Faking the books






Me daba por enamorarme de la chica del grupo. Me daba por ahí. Una enfermedad como otra cualquiera. Me daba por Kim Gordon o Kim Deal. Me daba por la distorsión eléctrica en el corazón. Me daba por la bajista de Los Planetas aunque nunca le viese la cara. Eso de tocar de espaldas al público tenía su aquel. Saldría con ella y llegaríamos al fin del mundo. Yo siempre detrás de ella.
Viendo su melena y adivinando su sonrisa. Una relación perfecta sin miradas engañosas.

Me daba por enamorarme de la cantante de Texas. Andaba yo preocupado con este asunto hasta que descubrí que para Nacho Disappointment la Spiteri era el sumum de belleza. Si al cantante hardcoriano postpunk le ponía Sharleen yo podía dormir tranquilo.

Me daba por enamorarme por voces suaves y canciones increscendo con la palabra "books" en el título o en la coda. Puro postureo. Pero me daba por ahí. Faking the books en bucle era mi padre de nuestro de cada día.

Le hice fotos a este libro sobre el Pop intentando que las hojas fueran como finas láminas de madera, porque los libros arden bien, a 451 grados Fahrenheit la mar de bien. Le hice fotos afiladas y cortantes llenas de misterio. De fondo sonaba la maravillosa canción de Lali Puna y me acordé de Nacho (ahora en los fiordos Noruegos construyendo casas de madera) y de mi hermano pequeño (ahora en la capital del Reino de España grabando vídeos para empresas nucleares).

La vida sigue. Y ya no me da por enamorarme de la chica del grupo.


Las fotos no están subidas a la máxima calidad.

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